domingo, 28 de septiembre de 2025

SOBRE LA AFECTACIÓN



seas hombre
o seas mujer

vanguardista
o realista

contra o pro
anti o para

poeta

devuelve la poesía
al pueblo

escribe como piensas
y lee como hablas

no sobreactúes
no interpretes

sé tú mismo

te lo agradecerán

Vicente Muñoz Álvarez

HOMBRE DE MIMBRE: Epílogo por José Ángel Barrueco.


PERO TODAVÍA SIGO EN PIE

–¿Y cómo vamos de abismo?
–Todavía no toco fondo.
–Puede que no haya fondo, hermano.

Andrés Caicedo

Siempre he imaginado la cita que encabeza este texto como un diálogo entre David González y Vicente Muñoz Álvarez, poetas, escritores y sobre todo amigos y hombres de honor. Hemos perdido al primero y quizá por eso nos aferramos ahora con más fuerza al segundo. A ese intercambio de palabras le añadiría un verso del propio VMA, extraído de su poema “Construir casas de día para derribarlas al ponerse el sol”, que figura en esta antología, y del que me he servido como título: pero todavía sigo en pie. Tanto Vicente como David descubrieron pronto, y así lo atestigua la obra de ambos, que la literatura es sobre todo un sacrificio que implica de nosotros el coraje para afrontar el abismo, la sensación de que, cuando hemos llegado muy abajo, sí, uno aún se puede seguir hundiendo.

¿Es posible resolver esto contra viento y marea y con tantas barreras y adversidades en el camino? Por supuesto: escribiendo más. Sin abandonar. Sin rendirse. Escribe Vic en “Malditos”, refiriéndose a los escritores habituados a los márgenes: aunque casi nada logra hundirles. Porque, en el mundo de ambos poetas, la derrota no es una opción. No es un camino posible cuando la poesía te arde en las venas.

Como ya habréis visto, éste es uno de los temas que el autor de esta contundente y apasionante antología, titulada Hombre de mimbre en homenaje al extraño filme The Wicker Man, explora y acomete desde varios lados, volviendo una y otra vez a él en su despliegue de obsesiones, que también son nuestras: la continua lucha contra el sistema, la desesperanza, el existencialismo, las promesas rotas de juventud, la erosión del tiempo y la angustia de la espera beckettiana, los matices entre personas contrarias y entre sentimientos opuestos, el amor y la amistad en el eje de su rumbo para aferrarse a algo y no naufragar y, por supuesto, los libros como brújula, el cine como timón y la escritura como salvavidas.

La obra de Vicente se mueve primordialmente en la tensión de dos oficios dispares entre sí, el laboral y el poético: la venta de zapatos por pueblos y ciudades de España, tratando con pequeños comerciantes a quienes el sistema capitalista mantiene con la soga al cuello, es lo que le proporciona alimento y subsistencia, y es cuando se pone “el disfraz de hombre cuerdo” y sale a la carretera para asumir horas de soledad entre hoteles baratos y menús para obreros; y la poesía, que le devuelve la cordura, le relaja, le ayuda a expulsar sus demonios y sus martirios, no le recompensa con estímulos económicos ni le salva del fracaso pero suele ser fuente de placer, de don y maldición al mismo tiempo, y es un oficio en el que puede arrojar poemas como bombas contra el sistema y las dictaduras (de derechas y de izquierdas) porque es alguien que jamás se ha encorvado ante el poder.

Si uno lee en orden la antología comprobará, o habrá comprobado ya, el modo en que los poemas de Vicente se han ido estilizando, necesitando menos palabras para funcionar, y desde los poemas narrativos de los primeros libros ha ido pasando a una poética en la que sobre todo hay vistazos, apuntes breves, estados de ánimo, muescas de frío y de calor y por tanto de pesimismo casi perpetuo y de optimismo a intervalos (la felicidad completa es una falacia que siguen queriendo vendernos: Vicente no se traga ese cebo). A partir de Animales perdidos los poemas empiezan a aparecer en el centro de la página y ya no alineados a la izquierda. En Días de ruta se intercalan los versos centrados con poemas en prosa en los que se alternan el trabajo del hombre cuerdo (ruta, calzado, tienda) con el reposo del guerrero (casa, huerto, bosque). Éstos últimos dominan el grueso de su siguiente libro, Travesía. En los siguientes poemarios el cambio, respecto a Canciones de la gran deriva, Privado y Parnaso en llamas, es casi total: a partir de Haga lo que haga en la tierra, La poesía es un arma que carga el diablo y Hombre de mimbre… los poemas breves, escuetos, ocuparán un alto porcentaje de cada volumen, y no olvidemos que ya los había practicado en sus inicios.

Emerge, en estas últimas obras, un estar de vuelta de todo que se corresponde con la edad y con los estragos que en nosotros, los ciudadanos de a pie, han causado la pandemia y la orquesta de lo políticamente correcto y sus cancelaciones y sus quemas de brujas: es perfecta la metáfora que Vicente extrae del título… ese hombre de mimbre al que prenden fuego. Ejemplo de esta filosofía de vida, en la que uno soporta los inconvenientes con un encogimiento de hombros, como si nada / realmente importara es el poema “Oasis”, que se correspondería con la conclusión de “Zona”, escrito mucho más tarde: ser amado / y estar vivo // poco importa el resto.

Vicente constituye un ejemplo de lucha poética y de resistencia personal, de entrega sin condiciones y sin rendiciones a la literatura y a las combustiones que ésta nos depara. La presente antología nos vuelve a demostrar que estamos ante un poeta honesto y necesario, que huye de la falsedad, de las promesas de quienes se venden al circo editorial: alguien que, psicoanalizándose de continuo a sí mismo, nos enseña un espejo en el que también nos reflejamos muchos de nosotros. Pura vida, como él suele sostener.

José Ángel Barrueco,
epílogo a Hombre de Mimbre.
Antología poética (1999-2025)
(Editorial Páramo, 2025)


DEL FONDO en casa de CARLOS IGLESIAS DÍEZ


Buenas, Vicente. Mira lo que me acabo de encontrar, de forma totalmente inesperada e insólita, porque yo creí que no había llegado aquí: de hecho, solo lo hay en esta librería de G... Por supuesto, me lo llevo.

Carlos Iglesias Díez


viernes, 26 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE en casa de RAMÓN GUERRERO



Ha llegado a casa esta antología poética (1999-2025) de Vicente Muñoz Álvarez, poeta, amigo y especialista en remover interiores. Será un placer releer poemas que hace tiempo yacen dormidos en mis pies y ahora comenzarán a correr hacia mi cabeza, hacia mis recuerdos.

Será un placer leer el poemario inédito que ha añadido: no te preocupes, bebé, estarás bien abrigado.

Salud, Vicente.


martes, 23 de septiembre de 2025

LEY DE VIDA



la pregunta

con casi 60 otoños
y muchos libros
a mis espaldas

no es qué he escrito
hasta ahora
hecho hasta ahora
sido hasta ahora

sino qué escribiré
y haré y seré
en lo sucesivo

y si daré o no la talla
para seguir
siendo el mismo
que me prometí ser

como poeta
como anarquista
como persona

me va la vida en ello

Vicente Muñoz Álvarez

lunes, 22 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE: PRÓLOGO por NACHO ESCUÍN


LA RESISTENCIA DEL OUTSIDER

(Algunas notas para acercarse a la poética
de Vicente Muñoz Álvarez)

Nacho Escuín


Nota primera: “abogado, poeta, outsider / perro de la lluvia1

Lo escribió Jaime Gil de Biedma en su poema titulado “No volveré a ser joven” para hacerlo eterno e infinito: “Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde: / como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante”. Todos sabemos cómo continua el poema y la propia vida, y nos percatamos de que vivir es la suma de una combinación de los hechos y las emociones que acontecen, de las ilusiones, las expectativas creadas y las frustraciones derivadas de las mismas. De alguna manera ese podría ser el mantra de los que habitamos la tierra, una especie de explicación –o justificación- de haber entendido al fin que la vida acaba por ubicarnos de forma natural o forzosa en el espacio que nos corresponde. Hay quien acaba ocupando un lugar que no le gusta o donde no se identifica y hay quien ha trabajado ese espacio y eso que llamamos identidad desde la honestidad y la autenticidad absoluta. Ese es el caso de Vicente Muñoz Álvarez.

El autor se presenta tal y como es y lo hace en los poemas que aquí ha seleccionado para nosotros de principio a fin. Hay una evidente curva de aprendizaje y un paulatino desarrollo de los temas que aparecen, pero lo que sin duda destaca es una clara predisposición a ser entendido tal y como es, sin máscaras, sin disfraces, sin querer parecerse a nadie más que a sí mismo. Ese sería el secreto de todo tratado de autenticidad que valga la pena.

Hay una marca indeleble que une o separa las propuestas poéticas a la coherencia. Se trata de algo que ha de observarse verso a verso (golpe a golpe), poema a poema, libro a libro. Algo que puede estar o no. Es una marca de estilo y a la vez una actitud poética. No todos los poetas lo tienen, eso solo pertenece a los que trabajan desde el fondo mismo del alma y de una propuesta literaria sólida y reflexiva. Mantenerse en un lugar ante los azotes del viento y los “golpes”2 que el mundo administra (desde la envidia al odio, de la mezquindad a la injusticia) es en sí mismo un ejercicio de resistencia, de constante reivindicación de una voz y, por ende, de una identidad.

En medio de una creciente ola de vaciado interior, de una simplificación de los conflictos en pos del simulacro, de eso que Bauman denominó “modernidad líquida”, una propuesta como la que aquí se despliega ante nosotros es propiamente una declaración contundente de quien se presenta ante nosotros tal y como es –lo repito a la manera de un aviso a navegantes-. Pero no podemos perder de vista que eso que parece “disolverse” para Bauman no es otra cosa que los valores tradicionales y, por lo tanto, esa es una crítica repleta de conservadurismo, algo que es ajeno a Vicente Muñoz Álvarez, que ha dicho no a los valores “tradicionales”3 desde la mirada beat y desde una perspectiva absolutamente incómoda e hipercrítica. Se trata entonces, definitivamente, de una apuesta estética por la cultura, por su verdadero sentido, en contra de la instrumentalización de la misma y su pernicioso uso por parte del poder y de quien lo ostenta. Tal y como señaló mi admirado Alfredo Saldaña (2011: 183–4), habría que recordar el verdadero valor de la cultura:

La cultura, es bien sabido, constituye un territorio poroso del saber no siempre delimitable con facilidad, permeable, polisémico, inestable, movedizo, que indica, como sugiere su propia etimología, la confluencia de vías, pasajes y senderos superpuestos y no tanto la localización de un espacio preciso, un territorio orientado a veces hacia una finalidad narcótica, configurado con frecuencia sobre mecanismos anestésicos cuando no de poder real, soberanía efectiva y control social, un territorio sobre el que se han librado continuas batallas a lo largo de la historia y en el que la misma identidad ha sido utilizada a menudo como arma de aniquilación del otro, hasta el punto de que podría afirmarse que, en nombre de la cultura, se han alcanzado tantos logros de civilización como barbaridades se han cometido. Y todo esto ha sido así porque la cultura, además de unas implicaciones gnoseológicas, se ha desarrollado a lo largo de la historia como sistemas de valores, ideas y creencias que las sociedades han adoptado en forma de modelos de comportamiento.

Vicente Muñoz Álvarez es un devoto de la misma, un diletante, un ejemplo permanente de saber estar por y desde la cultura. Es un escritor que ha construido su manera de decir desde mil referencias, todas ellas nacidas de eso que conocemos como el underground, lo contracultural. Es crítico siempre, inteligente y ácido, un poeta que “se viste por los pies”, valga esta expresión que siempre ha estado ligada a quien hace las cosas como deben hacerse sin dejarse llevar por modas o frivolidades varias.

En medio de eso que nos está sucediendo como sociedad, sea lo que sea y se deba a los intereses que sea, quien escribe desde lo que es sin esconderse merece ser escuchado. Solidez frente a la disolución de todo cuanto nos rodea. A la manera de lo que Carver escribiera, todos necesitamos algo en lo que apoyarnos y, en estos tiempos, ese algo puede ser la obra poética de Vicente Muñoz Álvarez.


Nota segunda: deriva y esplín en la sociedad de espectáculo

He tenido la suerte de poder escribir en varias ocasiones sobre la obra de Vicente Muñoz Álvarez. Ha confiado en mí para prologar algunos de sus textos y he podido participar en congresos y libros colectivos hablando de su obra. Si hay algo que he aprendido de la lectura de su obra completa (la poética, la narrativa y la ensayística) es que sus valores no pertenecen a eso que puede entenderse por cultura oficial, mainstream, o cultura de masas.

Se trata de un autor que ha trabajado con constancia y tranquilidad, sin alardes ni intentos absurdos de acaparar o llamar la atención. No ha obtenido premios importantes de esos que otorgan editoriales de postín y ayuntamientos que se prestan a esos juegos ya que no lo ha buscado y, principalmente, porque no le importa absolutamente nada todo eso ni ha creído nunca en ello. No ha dudado en mostrarse frágil o enfadado, herido, despechado, enamorado o solo. No ha actuado, solo ha escrito tal y como ha vivido.

Por desgracia ahora todos somos actores en esa sociedad del espectáculo y tal circunstancia es contraria en sí misma al propio ser, en palabras de Debord: “El representante del espectáculo unificado (la estrella del espectáculo) es lo contrario del individuo, el enemigo del individuo tanto para sí mismo como para los demás” (2000: 65). Y hay un deseo permanente del nuevo creador, y también del ciudadano, de convertirse en la nueva estrella del espectáculo, un deseo irrefrenable de ocupar esos lugares que la posmodernidad ha generado en la sociedad y en su representación en los medios. Vicente Muñoz Álvarez ha sabido blindarse contra todo eso, ha conseguido ser él siempre, no actuar o al menos no hacerlo desde un papel impostado creado para satisfacer a los demás.

Hay pues en la actualidad un desplazamiento en las aspiraciones y deseos del creador por aparecer en los medios ya sea mediante entrevistas, reseñas de sus publicaciones o listas de los libros más vendidos; hay una sobreexposición de los mismos también en las redes en todas sus formulaciones. Hay un deseo irrefrenable del autor por ser querido por lectores, críticos, editores y quienes representan a las instituciones… y todo eso va siempre en detrimento del propio individuo, de la propia obra y de lo que uno es. Sobre todo esto también nos habla Vicente Muñoz Álvarez en sus textos, sobre lo que supone decir en voz alta que su manera de entender el mundo no se casa con partidos políticos –ni con nadie-, con etiquetas, con grupos que bailan el agua a las editoriales o a quienes las manejan. No. Ha dicho no, por aquí no voy a pasar. Lo ha dicho alto y claro y puede verse desde el primer al último poema que aparece en esta antología, desde el primero de los libros que publicó hasta el libro inédito que ha incorporado en esta selección.

No sé si es anarquista o comunista o heredero directo de los beat, pero sé que el autor es crítico hasta el tuétano y ama la libertad como principio básico y la capacidad de expresión como elemento esencial de la vida. El lenguaje es un don que todos poseemos, el ejercicio del mismo no debiera depender nunca de los intereses de los demás. Esto también lo he aprendido gracias a Vicente Muñoz Álvarez.


Nota tercera: De francontiradores, David González & cía

Conocer a Vicente Muñoz Álvarez ha sido siempre acercarse a la obra de muchos autores. Su generosidad y esfuerzo constante por la difusión de la literatura y los libros de los demás ha quedado patente con proyectos tan importantes en la historia de nuestra literatura contemporánea como Vinalia Trippers, o antologías alrededor de la obra de sus queridos beats o su idolatrado Bukowski4. Y eso es una rara avis, por lo general a los autores solo les interesa su obra y bien poco la de los demás o hacer difusión de los libros publicados por el resto. Supongo que hay dos tipos de personas en el mundo, las que hacen cosas por los demás y las que no, y Vicente Muñoz Álvarez es, acaso, desde hace más de veinte años, el principal valedor de los autores adscritos al nuevo realismo o la visión más visceral del mismo.

Deberíamos preguntar a quien proceda la razón por la que no formó parte de alguna de las alineaciones de las antologías que más atención y presencia tuvieron en los medios y círculos literarios al inicio de este siglo. Pero las respuestas serían a buen seguro vagas, engañosas o directamente no llegarían a nosotros. El mundo literario es un perro rabioso que nos mira y amenaza. La justicia poética no siempre llega y es necesario saber con certeza para qué se escribe y por qué con el fin de resistir en esa hoguera de vanidades permanentes.

Ese será uno de los efectos que la independencia y la crítica en estado puro producen en la sociedad. Quien dice la verdad es molesto, quien dice sin miedo es siempre un individuo peligroso.

Gracias al trabajo de Vicente Muñoz Álvarez, los lectores pudieron conocer los versos de Miriam Reyes o Eva Vaz –entre muchas otras-, acaso dos de las voces más interesantes de la poesía actual. Vivió y convivió con su compañero de fatigas, el poeta asturiano ya desaparecido David González. Juntos escribieron algunas de las páginas más brillantes de la literatura escrita en español en lo que va de siglo y defendieron una manera de entender la literatura que se asemejaba a su manera de entender el mundo. Los dos fueron almas gemelas aunque eran diferentes fundamentalmente por el lugar de arranque: David fue siempre un autor instintivo y visceral como pocos y autodidacta, y Vicente es un incansable lector y editor que parte de unas circunstancias familiares, sociales y culturales diferentes.

Juntos afianzaron la propuesta realista en España, se recorrieron palmo a palmo, ciudad a ciudad, librería a librería (y bar a bar con sus recitales), toda la geografía y configuraron una de las más importantes propuestas poéticas que será estudiada a buen seguro en el futuro, etiquetas interesadas aparte.

El valor de un autor se mide también en el recorrido de sus obras, en la cantidad de seguidores que una propuesta genera, una suma de intangibles que quizá no sirven para aparecer en las listas de libros más vendidos o en los escaparates de las librerías al servicio de los grandes grupos. Quizá la mención de que esto ha sucedido no sea suficiente y es posible que David González se marchara sin saber que es uno de los poetas más importantes de este país o que Vicente Muñoz no tenga el reconocimiento de todos a los que ha ayudado, antologado, editado y publicado desde sus redes. El sector literario es un perro sarnoso que mira amenazante desde la distancia en medio de la noche. Invito a todos a reconocer su valor y a decirlo. Lo que no se dice no existe, y no seríamos nada si ellos no hubieran creído en nosotros.


Nota cuarta: ¿Quién conoce al hombre de mimbre?

Leer a Vicente Muñoz Álvarez exige un amplio manejo de referencias culturales en toda la dimensión del término. Además de las continuas citas literarias –directas e indirectas- y cinematográficas sus textos están salpicados de elementos sociopolíticos, estéticos y antropológicos.

Fernando Broncano en su estupendo Cultura es nombre de derrota (2018) apunta la necesidad de entender el término en sus seis sentidos, a saber: como información, como civilización, formación, identidad, símbolo y como patrimonio. A partir de este planteamiento podríamos trazar toda una guía de lectura de esta antología, de lo que es la propuesta de Vicente Muñoz Álvarez y de cuál es el lugar desde el que escribe. El lugar en el mundo del poeta es esencial para comprender desde dónde mira, cómo analiza y traza esa línea que trasciende de lo anecdótico para llegar a la esencia. La mirada de Muñoz Álvarez es trascendente, transversal también, desprovista de atavismos y de moralinas. El poeta no enjuicia. El poeta no quiere convencernos de cualquier cosa ni vendernos nada. Escribe poesía para vivir, como única manera también de soportar la propia vida.

Comprender la esencia de este libro es adentrarse -por propia voluntad- en un universo compuesto de referencias literarias y cinematográficas, del terror y también del pulp. Claro que la película con el mismo título de Robin Hardy y la novela de David Pinner (Ritual, 1967) están presentes, pero si nos quedásemos solo en esa primera capa interpretativa perderíamos el resto, nos alejaríamos del valor simbólico que reporta la figura del hombre de mimbre, de los sacrificios humanos y de quien, de alguna manera, entiende que unos pagan por todos los demás porque hay quienes nunca pagan. Las primeras referencias a estas figuras que se quemaban como sacrificios a los dioses podemos encontrarlas en los Diarios de Julio César y en La Guerra de las Galias, datados hace ya dos milenios y ocho décadas más. La acción que tiene su origen en el rito celta mediante el cual los druidas quemaban efigies en las que pudieran contener humanos en su interior, toma forma en el sacrificio de quien ve cómo el mundo no tiene salvación o no parece tenerla.

El asunto del fuego y del ejercicio de expiación de los pecados no puede tomarse a la ligera en la obra de Vicente Muño Álvarez ya que en su libro Parnaso en llamas ya planteaba juegos de significado y variaciones sobre el mismo asunto. No me resisto a citar el cierre –“close”- del citado poemario:

[…] embriagarse vida, carecer de límites, de metas, de fronteras, dejar fluir el caos, olvidar las oscuras golondrinas5, prescindir de máscaras para mostrar la verdadera piel

concienciarse

escribir con sangre

impedir que la poesía

se convierta en algo inútil

cargarla de pólvora

y apuntar certero al blanco.

Evitar que te alcance la explosión.

Todo esto reincide en lo que queremos decir en estas páginas, esa manera tan personal e intransferible de vivir la literatura (por y para, también). De entenderla como un lugar en el que quemar todo cuanto pueda arder para empezar de nuevo. De decir todo cuanto se pueda para que quede escrito y asumir desde ese mismo instante que las palabras quedarán siempre ahí, de tal manera que quien dice así es un ser libre que asume también el precio de ese decir y esa libertad. A veces el precio de la libertad es la soledad. Otras veces el coste es igual de elevado y te convierte en alguien incómodo para los poderosos, para los que no quieren que se digan algunas cosas.

El hombre de mimbre arderá pero sus poemas y mantras quedarán y se harán infinitos.

Nacho Escuín, 
prólogo de Hombre de mimbre 
(Editorial Páramo, 2025)


Referencias bibliográficas ajenas a la obra de Vicente Muñoz Álvarez:

Bauman, Z. (2003): Modernidad líquida, México, Fondo de Cultura Económico.
Broncano, F. (2018): Cultura es nombre de derrota (Cultura y poder en los espacios intermedios), Salamanca, Delirio.
Debord, G. (2000): La sociedad del espectáculo, pról., trad. y notas J. L. Pardo. Valencia, Pre–Textos
Gil de Biedma, J. (2012): Las personas del verbo. Poesía completa, Madrid, Galaxia Gutenberg.
Giorno, J. (2008): La sabiduría de las brujas, trad. de M. Rodríguez Gaona, Barcelona, DVD ediciones.
Saldaña, A. (2011): “Hacia una crítica de los modelos culturales”, en Sociocriticism, vol. 26, 1–2, pp. 181–206.


1 Esta es una autorreferencia habitual en la obra del autor, en este caso nos lleva al libro de relatos titulado Perro de la lluvia (Iralka, 1996) y, obviamente, va más allá por lo que supone como manera de habitar (en) el mundo.

2 Golpes (Ficciones de la crueldad social) fue el título de aquella mítica antología que firmaron Vicente Muñoz Álvarez y Eloy Fernández Porta en la ya extinta DVD ediciones (2004) y que contaba con textos de Óscar Aibar, Chus Fernández, Juan Francisco Ferré, David González, Salvador Gutiérrez Solís, Patxi Irurzun, Henán Migoya y Manuel Vilas.

3 Como bien escribiera John Giorno en su archiconocido poema “Simplemente di no a los valores tradicionales”.

4 Que dio lugar a su blog Hank over (resaca), donde continúa publicando textos de otros autores y noticias sobre la llegada de novedades.

5 Una imagen que, como podemos ver en esta antología, el poeta ya había utilizado en un poema con ese título en su Canciones de la gran deriva.


sábado, 20 de septiembre de 2025

DEL FONDO en casa de JOSÉ MANUEL VARA

Ayer, en un fugaz viaje cultural a León, 
tuve tiempo de hacerme con esta pequeña joya poética 
y visual de Vicente Muñoz Álvarez & Andrés Casciani

La adquirí en la Librería Pastor

José Manuel Vara 


jueves, 18 de septiembre de 2025

DECADENCIA



Je suis l’Empire
à la fin de la décadence

Paul Verlaine

el césar mueve
el pulgar hacia abajo
y todos son malos

gladiadores
jueces obreros

el césar vuelve
el pulgar hacia arriba
y todos son buenos

corruptos
ministros trileros

qué decadente
y aleatorio todo
en este país

Vicente Muñoz Álvarez

HOMBRE DE MIMBRE: Nota preliminar.



Hombre de mimbre es la segunda antología de poesía que en veintiséis años publico, después de Gas: Antología poética personal (1999-2016), y reúne una selección de poemas publicados en ocho poemarios (Canciones de la gran deriva, Privado, Parnaso en llamas, Animales perdidos, Días de ruta, Travesía, Haga lo que haga en la Tierra y La poesía es un arma que carga el diablo), más un libro inédito, que le da título, con poemas recientes.

El criterio de la selección ha sido exclusivamente mi propio instinto poético, y la perspectiva que me han dado las muchas lecturas públicas que a lo largo del tiempo he ido realizando aquí y allá, que me han servido de orientación para decidirme a elegir unos u otros poemas. Simplemente he escogido los que a mi juicio merecen estar aquí, dejando muchos otros, me haya equivocado o no, en el tintero.

En cuanto al título, Hombre de mimbre, además de un guiño a la película de Robin Hardy TheWicker Man (1973), de culto donde las haya, y al paganismo celta*, es una metáfora perfecta de mi propio corazón y personalidad, siempre ardiendo por dentro, y de mi forma de entender la poesía, como sacrificio y catarsis, don y maldición al mismo tiempo.

* Según Wikipedia, un hombre de mimbre era una gran estatua de mimbre según se dice utilizada por los antiguos druidas (sacerdotes del paganismo celta) para sacrificios, haciendo arder la efigie, de acuerdo con Julio César en sus Comentarios sobre la guerra de las Galias. César informa de que algunos galos construían las efigies con palos y ponían hombres vivos dentro, prendiendo fuego para pagar el tributo a los dioses.

Vicente Muñoz Álvarez, 
de Hombre de mimbre. Antología poética (1999-2025) 
(Editorial Páramo, 2025)


lunes, 15 de septiembre de 2025

sábado, 13 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE según FELIPE J. PIÑEIRO



Acaba de ver la luz Hombre de Mimbre, la nueva antología de Vicente Muñoz Álvarez. Un libro que es mucho más que un conjunto de poemas: es la radiografía de una vida entregada a la literatura, a contracorriente, sin concesiones ni disfraces.

En estas páginas late un escritor honesto, incómodo a veces, necesario siempre. Vicente se desnuda, se analiza, se enfrenta a sus fantasmas y, en ese proceso, nos pone un espejo delante para que también nos miremos nosotros. No hay adornos, no hay artificio, solo verdad y esa intensidad vital que lo caracteriza.

Hombre de Mimbre es, en definitiva, un recordatorio de que la poesía puede ser resistencia, lucha y celebración al mismo tiempo. Un libro que deja huella y que confirma a Vicente como una de esas voces que no se callan ni se doblegan.

Los 100 primeros ejemplares son únicos, numerados y con la firma/dedicatoria del escritor, un libro altamente recomendable.

Felipe J. Piñeiro


jueves, 11 de septiembre de 2025

IMPEDIR QUE LA POESÍA SE CONVIERTA EN ALGO INÚTIL: Hombre de mimbre en Turia.




IMPEDIR QUE LA POESÍA SE CONVIERTA EN ALGO INÚTIL

por Rafael Morales Barba

“Un hombre de mimbre/ y en el corazón yo/ ardiendo dentro” como el casto y puro sargento Neil Howie que, precisamente por eso, es elegido como víctima y sucumbe quemado en el muñeco de mimbre de la película de Robin Hardy del mismo título. Lo importante de todo, más allá de la simbología propuesta por este interesante poeta leonés (muy distinto al reciente ganador del premio de la Crítica, el zamorano-leonés, Tomás Sánchez Santiago), es hallarse ante una extensa auto antología que lo es, y no antojolía, por la cuidada edición de cuantos poemas ha considerado Vicente Muñoz principales, y se encargan de presentarnos los avales de Nacho Escuín y José Ángel Barrueco.

Un libro muy apetecible desde el pistoletazo de salida por esa vulnerabilidad confesional del autor, verosimilitud, legibilidad para “impedir que la poesía/se convierta en algo inútil”. Y así ocurre cuando Vicente Muñoz se dispone con el corazón en la mano a contarnos su balanceo y funambulismo existencial, crítico con la sociedad de consumo y el capitalismo tardío (por decirlo a la moda Jameson), desde el extrarradio lejano de quienes ahí sobreviven y pelean sin pacto hasta arder, tal y como le pasa al hombre de mimbre junto a la chica raptada. Su estar fuera del mundo que critica voluntariamente, como divergencia y resistencia, se declara desde la orfandad de quienes no se suman y se disponen a la crítica, y que se consolida en su avance hacia el proema o poema en prosa en los libros finales, y hacia cierto minimalismo donde ha recalado o evolucionado su carveniarismo inicial. O, si prefieren, ese mundo que limitaba con Roger Woolf, que supo retirarse a tiempo o Karmelo Iribarren, cuyo gracejo efectista se ha ido volviendo mimético y mecánico en buena medida, en su sobreabundancia y falta de evolución, aunque haya momentos apetecibles. No ocurre este mecanicismo en Vicente Muñoz, a quien, quizá, le sobren igualmente algunos declarativismos, pero ha tenido el valor de evolucionar en las maneras de contarnos su inadaptación y desasosiego, al hilo de la vida y lejos del automatismo de los poetas rentistas. Vicente Muñoz pelea con la vida y sus diablos interiores con autenticidad cambiante (y eso se percibe), con sus alzamientos desde la singularidad y la pobreza, en su evolución hacia el amor frente al encapsulamiento ácido; o hacia una introspección reflexiva (con motivos cambiantes y pensativos desde la inicial la tropología del mar hecha en su evolución bosque y monte como interlocutores), y donde ha empezado a coquetear con el Tohu y el Bohu, el caos y el vacío, pero también a reflexionar sobre el carpe diem y sortear el dramatismo apresador. Y así nos lo cuenta en esa última fase de diálogo con sus resistencias y desalientos, ciclotimias.

Tiene el lector, por consiguiente, una buena oportunidad de leer una poesía apartada del hermetismo y lo fragmentario, propia en sus imágenes e imaginario, muy personal y alejada de los trabalenguas que parecen decir más de cuanto cuentan, como el peor Lezama Lima (no el de Fragmentos a su imán. No todo el mundo es Marosa di Giorgio, aunque a veces recargue de más) para acercarnos a una obra difícil de conseguir por su dispersión y que, ahora, gracias a Editorial Páramo y su cuidada puesta en escena, nos llega finalmente, pues era esperada. No le decepcionará al lector acercarse a ella, ni conocer su verdad sin trampa en esta cuidada selección de libros de la juventud, desde sus desarreglos en Canciones de la gran deriva a su evolución hacia Animales perdidos, de tan explícito título en su camino de perfección; o los poemas en prosa de Días de ruta, hasta el último La poesía es un arma que carga el diablo. Y es lo que no es un blablablá chachachá huero y fingido, es atractivo siempre, se esté de acuerdo o no con su propuesta estética. Y ese talento en el saber decirse nunca nos decepcionará en este libro que pongo al alcance de mi mano en la biblioteca.

martes, 9 de septiembre de 2025

SOLO PARA TUS OJOS



(para Elisa M)

sé hacerlo
aún puedo

pensar y escribir:

una mañana de fin de verano
realmente hermosa

toda la belleza del mundo
en este bosque de ensueño
que empieza a amarillear

en el canto del mirlo
al amanecer

en la sangre que ahora
corre por mis venas

en la visión beatífica
del milano en el cielo

en el amor y la amistad
y las cosas buenas
que pasan cada día

no solo escribir
los versos más tristes

solo por nuestros padres
solo para tus ojos

hermana

todavía

Vicente Muñoz Álvarez

ENTRE EL ASFALTO, LA GASOLINA Y LA SOLEDAD



Reconozco, tengo que admitirlo, mi debilidad por el autor de este libro, Felipe J. Piñeiro, tanto a nivel humano como literario. Afinidad como persona, por su independencia y elegancia, dos cosas que valoro especialmente en cualquier individuo, y admiración por su obra, capaz de trascender de lo particular a lo universal, haciendo que el lector se identifique plenamente con ella. 

Ya en 2014, hace ahora diez años (cómo pasa el tiempo), prologué El ladrón de sentimientos, su segundo poemario, haciendo hincapié en esa capacidad suya para hacernos encarnar sus versos, y vuelvo hoy a insistir en ello, porque me parece algo básico y necesario de cara al lector, y una premisa que, como poeta, he tenido siempre en cuenta: escribir sobre lo particular, intentando hacerlo universal, y transformar la experiencia propia en algo de todos. 

No solo es cuestión, para mí al menos, de demostrar lo bien que uno escribe ni lo mucho que sabe y ha leído y vivido, sino de lograr que se identifiquen con tus versos los demás. 

Esto es lo que yo pienso y opino, que por supuesto es cuestionable, pero que a mí al menos me sirve como faro y guía a la hora de escribir y decidir leer a unos u otros poetas. No me interesan ya, a estas alturas, los fuegos de artificio ni los ejercicios de estilo y de retórica, sino la poesía auténtica que me llega al corazón. Y la de Felipe J. Piñeiro, lo reconozco, siempre me lo atraviesa. 

Más que nunca ahora, con este nuevo poemario, Cáncer, cuyo mero título, como diría Leopoldo María Panero, hace temblar el aire. Un libro nacido del dolor (de estar vivo) y la pérdida (del padre muerto), de la frustración y el desengaño, y un canto de cisne por lo que pudo haber sido y no fue (Suenan mis huesos como casa vieja / y quito importancia a esas canas / como pintura caída), que estremece y pone los pelos de punta, al tiempo que sorprende por su belleza y ferocidad.

Por no hablar ya del subtítulo, Opus Sinistrum, y la cita en latín que lo acompaña, Crucifixus in judiciis tuis, ego, qui nec credo in Deum, nec sum deus, ignosco tibi (Crucificado por vuestros juicios, yo, que ni soy un Dios, ni creo en ellos, os perdono), toda una declaración de intenciones y principios, que el que sepa leer entre líneas comprenderá. 

Quizás convendría señalar al respecto que Felipe desapareció voluntariamente del mapa literario de esta ciudad (lejos de ruidos, / lejos de extraños, / lejos de todas esas monedas que tejen los / traidores), hoguera de las vanidades siempre encendida, hace ya mucho tiempo, puede que unos seis años, tras otros tantos de febril e incesante actividad mundana y poética, y que reaparece ahora con este desasosegante poemario/ajuste de cuentas, que dejará a muchos de los que lo conocen boquiabiertos. 

Yo fui, me consta, uno de los pocos que durante todo ese tiempo supo de él y lo vio algunas veces, muy pocas, encaramado en su moto al más puro estilo Easy Rider (De nuevo me encuentro entre el asfalto, / la gasolina y la soledad), libre de versos y ataduras, buscando en la velocidad y la carretera su destino (todo ello muy beat) y huyendo del incesante diluvio de la tontería humana (que diría el bueno de Huysmans en Al revés). Y uno de los pocos, también, a los que él confió los motivos de su desaparición (son esas ventanas / las que me resguardan de vosotros, / es la distancia / la que obtiene mis días), harto de la fatuidad de los egos y cenáculos literarios. 

Así que reencontrarme de nuevo con él en este libro, después de tantos años y una terrible pandemia, y estremecerme y maravillarme a la vez con sus versos, es para mí un motivo de celebración, por muy desoladores y siniestros que sean. 

Por desgracia, como bien sabemos los poetas, la mejor poesía surge del dolor y los momentos duros, de la tristeza y la desesperación, de las pérdidas y las ausencias, y de eso habla mucho Felipe en este nuevo y tremendo poemario. 

Suya, ahora, es la palabra: pasen y lean.

Vicente Muñoz Álvarez, 
prólogo a Cáncer. Opus Sinistrum, 
de Felipe J. Piñeiro
(Ediciones La Crítica, 2025)


HOMBRE DE MIMBRE en LIBRERÍA LITERATESSEN de LEÓN

sábado, 6 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE en LA NUEVA CRÓNICA


Imagen de acrhivo del escritor leonés Vicente Muñoz Álvarez. | MARLUS LEÓN

El poemario más ambicioso del leonés 
Vicente Muñoz Álvarez

El escritor ha sacado a la luz la obra ‘Hombre de mimbre’, un poemario que, publicado por la Editorial Páramo, recopila más de 25 años de la poesía de su autor

Camino Díez Llamazares, La Nueva Crónica 06/09/2025

«Hay quien acaba ocupando un lugar que no le gusta o donde no se identifica y hay quien ha trabajado ese espacio y eso que llamamos identidad desde la honestidad y la autenticidad absoluta. Ese es el caso de Vicente Muñoz Álvarez». Así lo indica el poeta y narrador Nacho Escuín como comentario a su publicación ‘Hombre de mimbre’.

Mientras tanto, el novelista José Ángel Batueco apunta del autor que «constituye un ejemplo de lucha poética y de resistencia personal, de entrega sin condiciones y sin rendiciones a la literatura y a las combustiones que esta nos depara». De la recientemente publicada antología refleja por su parte que «nos vuelve a demostrar que estamos ante un poeta honesto y necesario, que huye de la falsedad, de las promesas de quienes se venden al circo editorial: alguien que, psicoanalizándose de continuo a sí mismo, nos enseña un espejo en el que también nos reflejamos muchos de nosotros. Pura vida, como él suele sostener».

Lo que el escritor natural de León refleja sobre el volumen publicado por Editorial Páramo es que es «el más importante de los muchos publicados hasta la fecha». Y es que ‘Hombre de mimbre’ recopila 26 años de la poesía Vicente Muñoz Álvarez. Son sus versos, escritos desde 1999 hasta 2025, los que protagonizan las 568 páginas de la publicación.

El poemario es el último en sumarse a una extensa trayectoria literaria compuesta por títulos como ‘Canciones de la gran deriva’, ‘Del fondo’, ‘Perro de lluvia’ y ‘Mi vida en la penumbra’, entre muchos otros. Todos bajo la firma de un escritor que también ha cultivado el ensayo (‘Películas para llevarse al infierno’ y ‘Películas que erizan la piel’, entre otros) y que edita el fanzine Vinalia Trippers.




viernes, 5 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE en casa de JULIA NAVAS MORENO


Aunque lo de "recién llegado" se haya quedado obsoleto y ya me encuentre devorando este libro, en estos versos de Vicente Muñoz Álvarez me reconozco tanto, quizá porque compartimos mirada y latido; visión y compasión; gustos, anhelos...

Prólogo y epílogo en manos acertadas de quiénes le conocen en profundidad como autor y referente; magníficos renglones a cargo de Nacho Escuín y José Ángel Barrueco. 

La poesía amada y respetada con total honestidad: he aquí el tributo de Vicente, como un auténtico hombre de mimbre.

La edición, a cargo de Editorial Páramo, muy bonita y apetecible para disfrutar de sus más de 500 páginas.



jueves, 4 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE en el HERALDO DE LEÓN



Vicente Muñoz Álvarez publica Hombre de mimbre
una antología poética de 568 páginas

El escritor leonés reúne poemas de 1999 a 2025
e incluye un libro inédito que da título a la obra

El escritor y gestor cultural leonés Vicente Muñoz Álvarez acaba de presentar su nueva obra, Hombre de mimbre. Antología poética 1999-2025, un volumen de 568 páginas que reúne textos de ocho de sus poemarios publicados y un conjunto inédito que da nombre al libro.

Una vida entregada a la poesía

Muñoz Álvarez se define como un autor marcado por la honestidad creativa y la resistencia personal. La antología, según señala, demuestra que estamos ante “un poeta honesto y necesario, que huye de la falsedad y del circo editorial”. En sus versos, asegura, hay un ejercicio constante de introspección que funciona también como espejo para los lectores.

“Pura vida”, afirma el autor, que ha hecho de la literatura una forma de entrega sin condiciones y sin rendiciones.

De Canciones de la gran deriva a La poesía es un arma que carga el diablo

La selección incluye poemas de títulos ya clásicos en su trayectoria, como Canciones de la gran deriva, Privado, Parnaso en llamas, Animales perdidos, Días de ruta, Travesía, Haga lo que haga en la Tierra y La poesía es un arma que carga el diablo.

El criterio, subraya Muñoz Álvarez, ha sido personal e intuitivo: “Simplemente he escogido los que a mi juicio merecen estar aquí, dejando muchos otros en el tintero”, explica.

El guiño del título: cine, paganismo y catarsis

El libro se completa con un poemario inédito que da título a la obra, Hombre de mimbre, inspirado tanto en la película de culto de Robin Hardy (1973) como en referencias al paganismo celta.

Para el autor, la metáfora funciona como reflejo íntimo: “Es una metáfora perfecta de mi propio corazón y personalidad, siempre ardiendo por dentro, y de mi forma de entender la poesía, como sacrificio y catarsis, don y maldición al mismo tiempo”, concluye.



miércoles, 3 de septiembre de 2025

HOMBRE DE MIMBRE en AGOSTO CLANDESTINO



Volver (siempre) a la poesía de Vicente Muñoz Álvarez es toparse de frente con uno de los poetas más auténticos de su generación. “Hombre de mimbre”, la antología que acaba de publicarle Páramo, es una excelente oportunidad para leer la obra de este imprescindible, injustamente invisible, afortunadamente clandestino.



martes, 2 de septiembre de 2025

PELÍCULAS QUE ERIZAN LA PIEL según CARLOS IGLESIAS DÍEZ


Siempre admiré la poesía despojada, antirretórica e intensa de Vicente Muñoz Álvarez (León, 1966), desperdigada en títulos como Regresiones, Días de ruta, o la amplia antología Gas. Pero si tuviera que elegir un libro suyo, elegiría sin dudarlo cuatro que, en realidad, son uno solo. La tetralogía cinéfaga que acaba de completarse -por ahora- con la reedición ampliada de Películas que erizan la piel: cientos de páginas que son una fuente triple de afinidades compartidas, revisiones, y descubrimientos.

Carlos Iglesias Díez


A MEDIANOCHE ME LLEVARÉ TU ALMA



¿QUÉ es la vida? / Es el comienzo de la muerte. / ¿Y qué es la muerte? / Es el final de la vida. / ¿Qué es la existencia? / Es la continuidad de la sangre. / ¿Y qué es la sangre? / Es la razón de la existencia.

Con estos tenebrosos versos en boca de Zé do Caixão arranca A medianoche me llevaré tu alma (1964), del brasileño José Mojica Marins, una de las más irreverentes cult movies de todos los tiempos, perversa y sadiana, tremenda e inolvidable.

A continuación, unos créditos espeluznantes, un coro de gritos desgarradores y una alucinada bruja recomendándonos que, por nuestro bien, abandonemos la sala... Para dar seguidamente paso a las tropelías de Zé do Caixão, un ángel demonizado con sombrero de copa, ojos sanguinolentos y uñas largas, carismático, despiadado y estremecedor.

Ecos de Nietzche y de Poe, de Huysmans y Sade, de Buñuel y la Hammer, y una atmósfera de total pesadilla y blasfemia hacen de esta película una pieza clave del cine de horror.

El personaje de Zé do Caixão tuvo continuidad en secuelas como Esta noche poseeré tu cadáver y El despertar de la bestia, y permanece (como una especie de Freddy Krueger en versión latina) aún vivo en la actualidad.

Su última aventura lleva por título La encarnación del demonio (2008).

Vicente Muñoz Álvarez, 
de Películas que erizan la piel 
(Underdog Ventures, 2024)